Hace un tiempo escribí un artículo para esta misma columna que se titulaba “Estoy en contra de la piratería, pero el sistema me obliga” en el que hablé sobre los avatares de ser dj digital en la actualidad venezolana, y más allá de eso, en muchas regiones del continente, e incluso del mundo. Para nadie es un secreto que la piratería musical está a la orden del día, tanto para los dj´s como para los consumidores habituales de música. Dicho artículo causó bastante revuelo puesto que toca un tema muy incómodo cuando es visto desde la óptica de un dj/productor/músico que se tilde de profesional. Sin embargo, en parte es un debate que podría sonar obsoleto para la población en general… o quizás no. Es por esto que en esta nueva entrega pretendo ahondar un poco más sobre la actual “Gratuidad” de la música y el futuro que se avecina en el mercado internacional y la posición del mercado venezolano ante esta realidad.
A nadie en este mundo le gusta trabajar de gratis, pero la tendencia ha llevado a pensar a algunas personas que los músicos deberían en cierta forma “regalar” su música al consumidor final ya que la gente se ha acostumbrado a descargar ilegalmente música digital desde mediados de los años 90. Estamos claros que en esas épocas se comenzaba a vivir una nueva revolución digital, se derrumbaron los antiguos paradigmas, y se comenzaron a gestar nuevos sistemas. El periodo de transición ha sido bastante largo y lento, no obstante, han surgido numerosas opciones que buscan corregir el problema, lo cual ha llevado en los último años a encaminar a la industria de la música digital en un patrón de crecimiento económico sostenido pese a las duras épocas de vacas flacas que se han vivido.
Los derechos de autor han sido pisoteados y utilizados como papel toilette por demasiados años, pero poco a poco iniciativas como Spotify han logrado solventar el puzzle legal para poder comenzar a compensar legalmente a los artistas y autores por concepto de comunicación pública, o en este caso “streaming”. Inicialmente unos pocos países europeos lograron ponerse de acuerdo a nivel de entidades de gestión de derechos de autor para poder repartir las ganancias de una manera relativamente “equitativa”, y por esa misma razón es que el servicio de streaming mencionado no estuvo ni está disponible hasta el momento en todos los países del mundo.
Al igual que Spotify, han surgido numerosos servicios de streaming y descargas legales de música, son tantos que ni los nombraré a todos porque la lista sería demasiado extensa. Menciono a la empresa sueca Spotify porque simplemente ellos fueron los pioneros en este nuevo modelo de negocio en lo referente a monetizar el streaming de música por Internet; sentaron las bases de un nuevo modelo que ha sido replicado en diversos países, en su mayoría del primer mundo.
Los sistemas digitales se han ido perfeccionando y adaptando a las nuevas tecnologías a paso de vencedores. Las firmas más grandes del mundo apuestan por el mercado del streaming, como es el caso de YouTube, Spotify y Apple, entre otras, siendo estas 3 compañías las que actualmente lideran el sector en ese mismo orden. Esto me recuerda a la era de la radio, en la que los usuarios no tenían que “pagar” para poder escuchar música nueva, esta era más bien impuesta por las grandes discográficas, y encima, el costo implícito radica en tener que escuchar comerciales publicitarios entre canciones.
El streaming en cierta forma ha venido remplazando al mercado de las descargas, por lo menos en el caso del consumidor de música no especializado. En este modelo se han replicado las viejas prácticas comerciales de la radio tradicional adaptándolas a los nuevos tiempos, y a las usuarios parece no molestarles tanto el hecho de verse expuesto a comerciales o de tener que pagar para que no sean transmitidos. Puedo afirmar que se ha gestado un cambio en el patrón de consumo del usuario de Internet, en el que el mercado de las descargas ha sido superado en creces por el mercado del streaming, el usuario común ya no está descargando tanta música como lo hacía en los años 90 y 00, ahora consume playlists que crea gratuitamente en YouTube, o paga mensualmente por algún servicio de suscripción de música como Apple Music o Spotify.
Según cifras expuestas por la IFPI, en el 2017 un tercio de la gente joven paga por streaming. Concretamente, el 45% de los fans a la música utilizan alguna modalidad de streaming, un porcentaje que en 2016 se limitaba al 37%. Además, 9 de cada 10 suscriptores de streaming en modalidad premium aprovechan sus teléfonos móviles para disfrutar de su suscripción. También es interesante ver el dato sobre la piratería digital, un 40% de los usuarios accede a música ilegal y lo hacen especialmente a través del “stream ripping”. Como podemos ver, la piratería sigue muy latente, pero al mismo tiempo cada vez más usuarios comienzan a pagar sumas moderadas de dinero mensualmente para disfrutar de millones de temas en los diversos servicios de subscripción de música digital.
Ahora bien, hablando en concreto sobre el mercado venezolano, podemos notar una tendencia similar en el cambio hacia el streaming por encima de las descargas, no obstante, prácticamente nadie paga por servicios de suscripción como consecuencia del ya conocido tema del control de cambio y la inminente dificultad para acceder a divisas extranjeras. Por su lado, YouTube es la plataforma predilecta de los venezolanos en la actualidad; la gran mayoría crea playlists y descubre nueva música a través de esta vía, al igual que también muchos recurren al “stream ripping” sin darse cuenta que están descargando música en una pésima calida.
Actualmente en la mayoría de los países desarrollados colocan video publicidad como intro de cualquier video de YouTube, esto puede ser un poco perturbador si pretendes usar la plataforma como un media player. En el caso de Venezuela, si queremos ver el vaso medio lleno, esto no sucede, nadie está invirtiendo en publicidad en video (valga la redundancia) en los videos de YouTube, lo que si se ve es el pequeño rectángulo con publicidad en HTML en la parte inferior del video, muy fácil de cerrar, pero más allá de eso nada. Así que YouTube es por el momento la plataforma perfecta para los venezolanos que desean ver videos y escuchar música sin comerciales atorrantes, tal como lo era en sus inicios antes de ser absorbida por Google.
¿Qué pasará en el futuro? Todos quisiéramos saberlo, pero no tenemos una bola de cristal o poderes especiales de visualización. No hay que ser vidente para ver lo evidente, más allá de las tecnologías actuales que se utilizan en internet para el mercado musical, se vislumbra la posible utilización del Blockchain en lo que podría ser una nueva ola dentro de la industria musical. Si, Blockchain, la misma tecnología que está revolucionando el mercado financiero actualmente podría cambiar drásticamente en un futuro próximo la manera en que consumimos música.
En 2017 parece claro que todos los players del negocio (mejor o peor) están hoy más seguros, y, quizás, Blockchain permita un reparto más transparente. Blockchain desde un punto de vista económico puede democratizar la relación Artista-Fan. Como prueba de esto, pioneros como Björk y Gramatik han decidido incursionar en la tecnología Blockchain obteniendo muy buenos resultados económicos creando sus propias Criptomonedas. Ahora los fans pueden invertir en sus artistas favoritos y ser dueños en su justa medida de los beneficios que estos produzcan, siendo esto tan solo la punta del iceberg de los cambios radicales en las estructuras de poder que están por venir.
Mientras tanto, seguiremos siendo testigos silentes desde aquí, en el norte del sur, en el país del PETRO, en el que nadie, o casi nadie paga por la música que consume y que todos disfrutan, y de qué manera… Ya veremos que nos depara el futuro!
Experimentado creativo y consultor multimedia, con amplia experiencia en la conceptualización y desarrollo de proyectos digitales orientados a Internet. Especialista en SEO, desarrollo web, marketing digital, producción de audio y video, así como también DJ profesional de techno y house.