Share the love

Voy por el cuarto día sin consumir contenidos de las redes sociales y hasta el momento lo he logrado estoicamente. En el artículo de ayer cerré la disertación comentando que a pesar de que iba bien, me había llegado una notificación al teléfono informándome sobre una nuevo solicitud de amistad en Facebook. Para mi sorpresa no era una persona nueva o desconocida, sino un viejo amigo con el cual llevo más de 10 años distanciado, por no decir peleado. El hecho es que me abstuve de abrir la notificación, muy a pesar de que por dentro me moría de ganas de aceptar la solicitud de amistad de mi gran amigo.

Facebook fue mi tercera red social, pero definitivamente es la que más impacto ha tenido sobre mí y la que he utilizado de manera consecutiva por más largo tiempo. Abrí mi perfil de Facebook en el 2008 cuando estaba recién llegado a Venezuela; me negaba a tener una nueva red social, pero decidí hacerle caso a mi novia de aquel entonces quien me recomendó la menciona red.

Me enganché casi de inmediato, empezaron a aparecer un sin fin de fantasmas del pasado, gente que pensé que más nunca en mi vida volvería a ver. Estaba muy equivocado, Facebook me permitió reconectar con muchísimos conocidos, compañeros de estudios, y amigos que estaban en otras latitudes en gran parte como consecuencia de la diáspora Venezolana.

No podía salir de mi asombro cada vez que aparecía un nuevo personaje del pasado, gente que tenía por lo menos 15 años sin saber absolutamente nada de ellos comenzaron a aparecer en mis historias y notificaciones. En muchos casos, realmente seguimos igual de distanciados, en otros, ni siquiera nos hablábamos, pero ahí estaban, en bandeja de plata para cuando quisiera entablar una conversación o saber algo de sus vidas.

Para resumir, el pana que me envió la solicitud de amistad ayer en Facebook no me habla desde hace muchos años. El año pasado, una noche en la que me encontraba algo alicorado, le mandé una nota de voz de  WhatsApp, no me respondió, así que decidí dejar eso de ese tamaño. Esto no significa que dejara de pensar en mi pérdida, pero comprendí que ya no había nada más que hacer, y que debía continuar con mi vida. Eso sí, me juré tratar de no cometer el mismo error con futuras amistades.

Dicen que el sexo y el dinero no tienen amigos, esto puede ser bastante cierto, pero en la vida hay personas excepcionales que no te van a traicionar. Hay que estar muy atento a estas personas porque son un verdadero tesoro, cuando conseguimos amigos así, hay que conservarlos a toda costa. Toda amistad, debe ser recíproca, y al igual que toda relación, se fundamenta en la confianza y el respeto. Cuando le descontamos a la cuenta corriente del respeto o la confianza, todo empieza a ir mal.

Quiero aceptar la solicitud de amistad de mi pana en Facebook, pero me va a tocar hacerlo dentro de 26 días; mientras, creo que le voy a escribir por WhatsApp para ver qué onda con él. Espero que haya más receptividad que en las ocasiones anteriores, la verdad es que no pierdo la esperanza de recuperar su amistad.

Hablando de WhatsApp, comenté en artículos anteriores que estoy metido en unos cuantos grupos de esta red social. Como no estoy consumiendo contenido en las RRSS tradicionales, he estado participando mucho más en estos grupos. Al compartir uno de mis artículos en el grupo de mi promoción del colegio (grupo súper activo con muchísimos miembros), uno de mis viejos amigos de clase me comentó lo siguiente: “Tu como que eres vegetariano digital, no un verdadero vegano digital”. Me quedé pensando al respecto y tiene toda la razón, y para ser sincero, creo que nunca seré un vegano digital, ya que, mi profesión de Marketing Digital se centra en el ecosistema de Internet, por lo que desconectarme totalmente carece de sentido alguno.

Igualmente mi novia actual y otro pana cercano me hicieron observaciones similares, y es por ello que pienso radicalizar el reto, por lo que a partir de hoy, voy a dejar de participar en los grupos de WhatsApp, solo responderé llamadas y mensajes personales. Me informaré a la vieja usanza, a través de portales de noticias y sitios especializados cuando sea necesario y conveniente.

El hacer uso racional de las redes nos permite potenciar muestras cualidades, y fortalecernos interna y externamente. Me considero proactivo por naturaleza, y ahora que no estoy consumiendo contenido de las redes estoy mucho más activo haciendo otras cosas. Ya no tengo la excusa de que me voy a meter 5 minutos en Facebook y 5 en Instagram, que luego se transforman en una hora o más. Ahora hago mis tareas de manera más diligente y concentrado, y paso de una cosa a otra sin perder tiempo.

No puedo negar que me hacen falta las redes, pero este reto sigue en pie hasta llegar a los 30 días de vegetarianismo digital. Mientras tanto a mis amigos de Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, y TikTok les va a tocar esperar, mientras, si les place, pueden ir siguiendo la evolución de este “digital challege” en mi blog.


Share the love